LOS ROMANCES
Lope encabezó junto a
su eterno rival el cordobés Luis de Góngora una precoz generación poética que
se da a conocer en la década que va de 1580 a 1590; son los llamados
"poetas romancistas" que vuelven al octosílabo cuando ya ha pasado la
fiebre del endecasílabo y las estrofas italianas introducidos por Garcilaso y
Boscán en la primera mitad del siglo XVI; no desdeñan la escuela italiana y
siguen cultivando sus formas, pero ya no desprecian la tradición anterior
octosílaba y popular del siglo XV y la asumen también escribiendo el que luego
será conocido como Romancero nuevo. Desde la temprana edad de dieciocho o
veinte años estos poetas empiezan a ser conocidos y celebrados por sus romances
y –es obvio– no tuvieron mayor interés en controlar ni exigir nada a los
impresores. Son, en general, poetas jóvenes (Lope, Góngora, Cervantes, Pedro
Liñán de Riaza…), con menos de treinta años y con frecuencia no se preocuparon
de reclamar su autoría, al menos directamente. La crítica moderna se ha ocupado
de dilucidar la autoría de tal o cual romance, pero no ha hecho el esfuerzo
necesario para intentar con seriedad establecer el corpus romanceril de los
distintos poetas. El de Lope se ha quedado en vagas aproximaciones. Mucho se ha
hablado sobre el sentido y el alcance de este romancero de la generación de
1580, en el que Lope impone unas pautas recreadas por otros muchos. El
protagonismo de nuestro poeta fue reconocido desde el primer momento. El nuevo
romancero fue una fórmula literaria que caló rápidamente en la sensibilidad
social y los poetas jóvenes propusieron a sus lectores y oyentes un feliz
híbrido de convencional fantasía y unas referencias en clave a amores y
amoríos, favores y desdenes, gustos y disgustos de la actividad erótica. Pero
el exhibicionismo sentimental no se presenta en ellos desnudo. Aparece, para
mayor encanto, velado por la fantasía heroica de los romances moriscos o por la
melancolía pastoril. La añeja tradición de los romances fronterizos, compuestos
en su mayor parte en el siglo XV al hilo de los hechos históricos a que aluden,
reverdece a finales del siglo XVI en este género de moda.
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