Con
Lope de Vega, hacia 1585, el teatro español recupera su primitiva vocación
lírica. Al fin, los creadores de la comedia nueva son los mismos que han puesto
de moda los romances moriscos y pastoriles. Ya Marcelino Menéndez Pelayo apercibió
que numerosas comedias de Lope se inspiraban en canciones de carácter
tradicional. En El caballero de Olmedo, por ejemplo, si bien existió un trágico
hecho histórico real, el asesinato del caballero Juan de Vivero, el asunto dio
lugar a unas seguidillas populares y un romance anónimo que se encuentran
citados en el texto y dan gran parte de su atmósfera a la comedia. En otras,
por ejemplo en Fuenteovejuna, no ya introduce, sino que imita los romances
tradicionales, que en escena aparecen cantados por músicos ("Al val de
Fuenteovejuna / la niña en cabello baja..."); otras veces utiliza
canciones populares, como la de siega en Peribáñez y el comendador de Ocaña.12
Mucha lírica tradicional castellana antigua (villancicos, serranillas,
canciones de boda, seguidillas...), hoy desaparecida, se ha conservado o
reconstruido gracias a las inclusiones de Lope y sus imitadores en sus
comedias.
Por
otra parte, Lope inserta en sus comedias pasajes de lírica culta que utilizan
sobre todo el soneto (cuando hay monólogos y los personajes se quedan solos) o
cuando la acción se remansa en comedias en que lo fuerte se encuentra en la
caracterización, como ocurre en el caso de El perro del hortelano, en que llega
a incluir nada menos que cinco. También utiliza la lírica en las décimas (que
"son buenas para quejas", como indica en el Arte nuevo de hacer
comedias) y menos frecuentemente en los romances y las octavas reales, que
utiliza solo para "relaciones", esto es, cuando un personaje cuenta
algo a otro.